Hace muchos, pero que muchos años, en un país muy lejano vivía una niña llamada Catalina. Vivía con su madre, que se llamaba Marta, en una especie de castillo muy viejo en la cima de una montaña muy, muy, pero que muy alta.
Catalina y su madre no tenían mucho dinero, pero aquella casa había sido de su abuelo y ahora vivían ellas allí.
Tenían dos vacas y dos cabras que daban leche cada día. Así ellas podían beber toda la que querían y con la leche que sobraba hacían queso y lo vendían en el pueblo.
Los vecinos querían mucho a Marta y era muy conocida porque era muy simpática y a todos ayudaba en lo que podía.
Un día llegó un señor con un traje muy bonito, que construía casas y llamó a la puerta de Catalina.
Su madre se había ido al pueblo a hacer la compra y Catalina no abrió. Preguntó: ¿quién es?, y el señor le respondió – Hola, buenos días, me gustaría hablar con tu mamá. Catalina le dijo: - En este momento no está y no puedo abrirle señor.
- No pasa nada, dijo el hombre. Ya volveré otro día.
Cuando Marta llegó de comprar, Catalina le contó inmediatamente lo que había pasado. Marta, se extrañó muchísimo ya que nadie iba por allí desde hacía mucho tiempo.
Al día siguiente, Marta estaba ordeñando una vaca y el señor que construía casas apareció por allí de nuevo. – Hola, buenos días, dijo el señor.
- Hola, buenos días, dijo Marta.
Catalina, llegó en ese momento de arreglar su habitación e iba a ayudar a su madre a ordeñar las cabras. –Mamá, este es el señor que vino ayer.
- Sí, señora, vine ayer, pero como no estaba…., sólo quería hablar un momento con usted.
- Dígame, le dijo Marta.
- Bien, yo quería decirle que quiero hacer aquí unas casitas de campo para que viva mucha gente y me interesa comprar su casa. Le pagaré bien y podrá irse a vivir al pueblo a una casa mejor que ésta. –le dijo el señor.
- Ni pensarlo, -dijo Marta, esta ha sido la casa de mi familia desde siempre y nosotras vivimos aquí. No la venderemos nunca.
El señor se fue muy enfadado de allí, y Marta y Catalina se abrazaron. No querían irse de allí, ya que en el
pueblo no podrían tener cabras ni vacas. Además se habían acostumbrado a estar allí en la montaña con los árboles, los jardines,
Pero el señor que construía casas, quería esas tierras para construir sus casitas de campo, así que empezó a decir por todo el pueblo que Marta, la madre de Catalina, era una bruja. ¡¡¡OOOHHHH!! ¡¡¡Qué malo era!!!¡¡¡Eso era una mentira muy grande!!!!. Dijo que había visto a Marta con una gran escoba y un gorro y que volaba por el cielo en compañía de su hija. ¡Qué señor más mentiroso! Pero los vecinos de la ciudad no lo sabían y se creyeron la historia.
Poco a poco fue convenciendo a todos los vecinos de que tenían que tirar de allí a esa bruja. Muchos, que eran amigos de Marta y Catalina, pensaban que eso no era verdad pero como los demás decían cosas muy malas de ellas, que eran todas mentiras, al final se lo creyeron.
Cuando la madre de Catalina bajaba al pueblo, todos la miraban y no le compraban nada de queso ni leche. Y Marta ya no sabía qué hacer porque así no tenían dinero y no podían comprar cosas para poder comer.
Incluso Julia, que iba al colegio con Catalina, y era su mejor amiga, ahora no quería ni hablarle. Pobre Catalina, no sabía qué hacer para convencer a su amiga de que todo era una gran mentira de ese señor para poder hacer allí las casas y ganar mucho dinero.
Entonces, cuando Marta estaba a punto de vender la casa para irse a vivir a otro lugar, a Catalina se le ocurrió una idea: mamá – dijo Catalina, vamos a decirle al señor que quiere la casa que queremos hablar con él. Entonces, quedaron en el colegio del pueblo y los vecinos, que se habían enterado de que iban a bajar de la montaña fueron a ver qué pasaba. Catalina y su madre se vistieron de brujas. Habían ido a comprar un disfraz para cada una al pueblo de al lado y les habían hecho unos sombreros larguísimos con una gran estrella pegada en el centro. Habían cogido dos escobas que gastaban para barrer las aceras y se habían pintado un poco la cara de verde para parecer un poco más brujas.
¡Qué risa daban!
Catalina y su madre, muy serias, llegaron por la puerta de atrás, entraron muy despacio y UUUUUUHHHHHH!!!!, les dieron un susto a todos los vecinos que estaban allí, esperándolas.
La gente se asustó mucho y salió corriendo de allí, pero, de repente, comprendieron que todo era una broma. El señor que construía casas, que estaba allí mirándolas con la boca abierta, les dijo, - Pero, ¡si era mentira! Vosotras no soy brujas, me lo había inventado todo. Y todos los vecinos lo oyeron y empezaron a comprender la gran mentira que les había contado. Se enfadaron mucho porque pensaron que, se habían creído la historia de un desconocido y no
Todo el mundo pidió perdón a Marta y a Catalina, incluso Julia, que, llorando, le dijo que nunca más desconfiaría de ella, ya que era la mejor amiga que jamás había tenido.
Catalina y su madre estaban muy graciosas vestidas de brujas así que entre todos decidieron hacer una ¡GRAN FIESTA DE DISFRACES! Y así todos se disfrazaron y jugaron a tirarse globos de agua y comieron aceitunas, papas y pasteles que es lo que se come siempre en las fiestas ¿verdad?
Este cuento tiene una gran moraleja escondida:
- NO SE DICEN NUNCA MENTIRAS,
Y otra gran moraleja:
- NUNCA HAGAS CASO DE LO QUE TE DICE UN DESCONOCIDO.
Colorín, colorado, este cuento se ha terminado.
Mª Luz Solís –Abril 2.009
Pásate por mi blog, tienes un regalito.
ResponderEliminarGracias por el premio Inma, estoy encantada. Muchas gracias por pasarte por mi blog. En cuanto tenga un momento me paso por el tuyo. Gracias
ResponderEliminarMari Luz este es estupendo, mis cuentos también tienen moraleja, para mi es lo más importante.. el mensaje.
ResponderEliminarPues nada ya me tienes como fiel seguidora tuya, con tu permiso imprimiré alguno para mis pequeños amigos que son mis mejores criticos, ya te diré que opinan de ellos.
Un abrazo
Gracias Azabe. Me pasaré por tu blog para leer tus cuentos y se los leeré a mis hijos. Me encanta cómo se quedan con la boca abierta esperando atentos a ver lo que pasa. Es genial. Ya me dirás qué te dicen que me interesan las críticas, sean buenas o malas. De todo se aprende. Saludos.
ResponderEliminarMª luz yo no los tengo puestos en mi blog, no soy tan generosa como tu, tengo la ilusión de publicar algún día, cuando disponga de más tiempo. He escrito unos cuantos ya, siempre ha sido mi pasión, pero solo para regalar a Sara mi hija y a sus amigos, los escribo para recordar un viaje con amigos que vemos poco les invento aventuras en las ciudades que visitamos, les descubro piratas donde vivimos e intento que cuando sean mayores recuerden su infancia y a sus amigos con estas aventuras que tantas veces han leido.
ResponderEliminarY me siento orgullosisima porque me han llevado a clase y han echo redacciones sobre mi escrito y claro mi hija y sus amigos pa que te voy a contar si son los protas de esas aventuras.
Es maravilloso ver sus caritas y su ilusión no tiene precio.
Saludos
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