APARTADO DE JUEGOS TRADICIONALES

Tengo una idea para la cual necesito un poco de ayuda. Quiero crear en el blog un apartado de juegos tradicionales, más inclinado a juegos de exterior ya que hemos entrado en la primavera y podemos aprovechar un poco más la luz del día. Si se os ocurre algún juego, me podéis enviar un correo a mi e.mail explicando un poco cómo funciona el juego y yo lo publicaré en este blog; mi cuenta de correo es: mluzsolis@gmail.com. Gracias a todos.

domingo, 5 de abril de 2009

LA ISLA DEL VOLCÁN

Una tarde de verano, Cristina y su familia decidieron alquilar un barco pequeño y dar un paseo por el mar. Jorge era el hermano de Cristina, Belén se llamaba su madre y su padre, Pedro.

Cuando salieron de la playa el agua parecía una piscina, el mar estaba muy tranquilo y Cristina llevaba el timón del barco sin ningún problema.

Navegaron y navegaron disfrutando del paisaje y los peces salían al paso saltando, incluso nadaban con ellos como si estuvieran haciendo una carrera con el barquito.

Se lo estaban pasando muy bien esa tarde. Era una tarde perfecta hasta que…. El cielo, de repente, empezó a oscurecer y aparecieron unas nubes que amenazaban tormenta.

No había techo donde guarecerse de la lluvia, así que se taparon los cuatro con una especie de toldo que encontraron y se acurrucaron esperando que pasase el temporal.

Pero la suerte no les acompañó. Las olas del mar hicieron volcar el barco que se hundió rápidamente. De pronto se vieron en medio del poderoso mar, rodeados de agua por todas partes.

- ¿Qué vamos a hacer? –Dijo Jorge muy asustado.

- No lo se. -Dijo Belén.

- Tranquilos, allí están los salvavidas, vamos a por ellos. –Dijo Pedro, intentando tranquilizar a su familia.

Cristina era la única que permanecía callada. No decía nada.

Nadó hacia un salvavidas y se lo llevó a su hermano y después cogió otro para ella. -Menos mal que mi madre nos apuntó a clases de natación dos veces por semana. –Pensó Cristina.

Cinco horas llevaban en el agua cuando, a lo lejos, Pedro, vio algo que le llamó la atención. Parecían ramas de árboles. Estaban lejos, pero las olas los llevaban en aquella dirección.

Todos se alegraron mucho y nadaron lo más rápido que pudieron hacia allí. Sí, poco a poco, se acercaron y descubrieron que era una pequeña isla con una gran montaña en medio. Tardaron una hora más en llegar a la isla. Al fin tocaron la arena de aquella playa tan bonita. Y se quedaron acostados en ella para descansar un rato. Estaban agotados.

Tenían hambre y sed. Pedro se levantó, e intentó andar hacia el interior de la isla pero las piernas todavía las tenía cansadas. Poco a poco se recuperó y dijo: - Belén voy a ver si encuentro alguna cosa para comer. Quedaros aquí mismo y vuelvo enseguida.

Pero nadie quiso que su padre se fuera solo así que poco a poco, como pudieron, caminaron con él.

Encontraron fruta y comieron un poco.

Belén, que era muy previsora, sacó su móvil de una funda plastificada que había comprado para la playa. Pensó que se habría mojado pero Oh!! Qué alegría, estaba intacto y funcionaba, así que llamaron al número de urgencias que tenía anotado y les contestó una voz muy amable. Le contaron lo que les había sucedido y la voz amable les dijo que en ese mismo instante daría la orden de salir a buscarles pero que seguramente tendrían que pasar la noche en la isla ya que llevaría algo de tiempo encontrarlos.

Respiraron profundamente y muy contentos, se pusieron a construir una pequeña casa-refugio para pasar la noche. Pensaron que la harían encima de un árbol, aprovechando que los árboles eran enormes y tenían muchas ramas. Así si había animales un poco peligrosos estarían más resguardados. Pedro y Belén harían turnos para hacer guardia.

Recogieron un poco de fruta más para cenar. Encontraron plátanos y naranjas y antes de que se hiciera de noche ya estaban preparados para irse a dormir. No estaban muy cómodos pero Cristina y Jorge estaban muy cansados y durmieron toda la noche de un tirón.

Empezaba a despuntar el día, cuando Cristina se despertó sobresaltada. -¿Habéis escuchado ese ruido? –preguntó.

- Yo no he oído nada –dijo Jorge medio dormido.

- Ha sido como una explosión muy fuerte –dijo Cristina.

- A ver si es el equipo de rescate –dijo Pedro.

- Puede ser, -dijo Belén, aunque me parece muy rápido.

- Salgamos a ver qué es –dijo Cristina, -tendremos que hacer un gran letrero en la arena como en las películas para que nos vean.

- Y una hoguera grande, -dijo Jorge.

Salieron todos corriendo y bajaron del árbol-casa pero no

vieron nada en la orilla del mar ni en el aire.

Qué habría sido ese ruido, pensaron todos sin decir nada. Había sido muy fuerte, pero no se veía nada extraño.

Vamos a comer unas naranjas, -dijo Jorge.

Nunca le habían gustado las naranjas pero a partir de ahora, no diría que no a nada.

De pronto, un olor muy fuerte a quemado les llegó a los cuatro a la vez. ¿Qué es ese olor? Se preguntaron. Miraron hacia el cielo, y Oh!! Menudo susto se llevaron. El corazón les iba a mil por hora. De la cima de la gran montaña salía una columna de humo negro y otra explosión provocó un ruido impresionante. ERA UN VOLCÁN QUE ESTABA A PUNTO DE ESTALLAR.

Jorge empezó a llorar y Cristina estaba muy nerviosa. La madre tenía mil pensamientos en la cabeza y Pedro no sabía qué hacer en aquel momento.

- Corred hacia la playa - gritó Belén. Y salieron corriendo los cuatro. Una vez allí llamarían otra vez a la voz amable del día anterior.

Se pararon en seco al ver cómo, de la gran montaña, un río de lava y piedras salía y bajaba rápidamente a muchos kilómetros por hora. Tenían que meterse en el agua y nadar lo más lejos que pudieran ya que la lava y el fuego avanzaban muy deprisa.

De repente, llegaron a la orilla de la playa y oyeron un ruido que no parecía una explosión. ¡Era el helicóptero de rescate!.¡Los habían encontrado! ¡Parecía un milagro!

El helicóptero paró encima de ellos y tiró una escalera de cuerda a la cual se agarró Pedro. Primero ató a Jorge y a Cristina y poco a poco empezaron a subir la escalera. La lava continuaba su camino hacia la orilla. No tardaría en alcanzarlos.

- Más aprisa, -gritaba Pedro.

- Aprisa por favor, -gritaba Belén, muy asustada.

Cuando los dos niños estaban arriba, tiraron la cuerda, pero

cuando estaban a punto de subir Belén y Pedro, otra explosión del volcán hizo que el helicóptero moviera demasiado la escalera y cayeron los dos al agua.

- ¡¡Socorro!! – Gritaron los dos a la vez.

- No podemos coger la escalera. Está demasiado lejos.

La lava estaba ya muy cerca y estaban demasiado nerviosos.

La escalera se les resbalaba porque tenían las manos mojadas. No podrían conseguirlo.

Volvieron a intentarlo. La lava estaba llegando y ya estaba entrando en el agua del mar. Corrieron una vez más y se tiraron contra la escalera y levantando las piernas consiguieron balancearse. El fuego pasó por debajo de sus pies sin tocarlos apagándose poco a poco conforme entraba en el mar.

El helicóptero voló despacio y enrolló la escalera para que pudieran subir los padres de Cristina y Jorge que estaban llorando de emoción.

Todavía no creían lo que les había pasado. Cuando entraron los padres, se abrazaron llorando y riendo a la vez. Estaban salvados. Lo habían conseguido. Y allí a lo lejos aún se veían las explosiones del volcán que poco a poco acabaría escondiéndose con la isla debajo del agua para no asustar nunca a nadie más.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Fin.